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Caballeros Místicos Fanfic 0 1 1000

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#1
12 Oct 18 Hortaliza
Fanfic sobre los personajes de la historia de AndrosNavi.

Capítulo 1

Violetta ha salido a dar un paseo, aprovechando que hace buen tiempo.

Lleva su portátil guardado en su bolsa, colgada del hombro.

Va vestida con una camiseta de tirantes y una falda corta de volantes a la altura de las rodillas de distintos tonos
morados con unas sandalias de florecitas.

Mira hacia el cielo azul y ve el sol, las nubes blancas pasando.

Parpadea y ve que una de ellas, pequeñita, tiene forma de avioncito, se acerca zumbando hacia ella, la toca con los dedos y se deshace, refrescándole la palma.

Sonríe con ternura.

Alexis carraspea, se atraganta y tose bruscamente.

Ella no se da cuenta y camina hasta llegar a un parque público, se sienta en un banco de madera, detrás hay una fuente.

La fuente empieza a hacer formas divertidas alrededor de su cabeza, sin que lo note.

Se pone a investigar y preparar el siguiente plan para ayudar a los chicos, reuniendo información de Internet, una página y otra, esto y aquello.

Se coloca bien las gafas, el reflejo de los rayos de sol le da en el cristal, entrecierra los ojos molesta.

Cuando vuelve a ver bien, ve a Alexis de pie delante de ella.

Lleva dos helados, uno con una bola de fresa y el otro con tres bolas: vainilla, chocolate y menta.

Hace levitar una de las bolas suyas y la coloca en el helado para Violetta.

Sus ojos azules miran extrañados ese gesto de amabilidad.

_Toma, salí a dar una vuelta para despejarme, pensar sobre todo esto y practicar mis poderes.

Le ofrece el helado, lo coge y comienza a lamerlo, agachando la cabeza ruborizada.

Alexis se sienta a su lado y come su helado con tranquilidad, recostado en el banco con los brazos extendidos y las piernas separadas, mirando el cielo.

El agua de la fuente chisporrotea, salpicándole con gotitas los hombros.

Gira el rostro y observa a Violetta terminarse su helado, encogida y temblorosa por los nervios. Le pasa un brazo por detrás de los hombros.

Se sobresalta y rompe el cono.

_Lo siento, no estoy acostumbrada.

_Ven, dame.

La atrae hacia él, agarrando su hombro con una mano y con la otra le limpia las palmas con una servilleta, quitándole los restos de cono.

Alexis presiona el botón para encender y apagar la computadora y echa la tapa para abajo.

_ ¿Q-Que haces...? _Tartamudea Violetta.

_Quiero pasear. _Responde Alexis. _Guárdalo, esto te hará bien.

Recorren todo el parque hasta que comienza a atardecer.

Violetta está con los brazos apoyados en el puente de madera que hay sobre la fuente.

El sol se refleja en el agua, ocultándose lentamente en el anaranjado cielo que va tornándose al morado y dejando paso al azul oscuro.

Juega con los mechones de su cabello rubio, recogiéndoselo en una coleta y luego lo trenza.

Una orquídea ondea en el aire levemente y se coloca en el cabello de Violetta.

Alexis se acerca hasta donde esta ella, acercándola, rodeando su cintura.

La mira con seriedad, calmado y tranquilo como de costumbre.

Violetta siente un cosquilleo en su nuca.

Cierra los ojos, con el rostro rojo por completo.

_Se te había caído la diadema.

_Ah... yo... esto... quiero decir...

_De nada.

Abre temerosa los ojos.

_Se ven las estrellas reflejadas en ellos, ahora están del mismo color que el cielo.

Ella suspira, confusa.

_No entiendo a qué viene esto de repente...

Él se encoge de hombros.

_Simplemente me alegro de que por fin te abras con nosotros, quería agradecértelo.

Alexis le alza el rostro por la barbilla.

_Mírame.

Le aparta un mechón rubio, colocándoselo tras la oreja y le toca la mejilla.

Las piernas de Violetta tiemblan.

_Sigo sin entender...

El la interrumpe besándole la frente.

Ella se queda rígida, con los ojos muy abiertos y una expresión de sorpresa.

Con un gesto Alexis hace que los pétalos de flores se desprendan, creando una ligera brisa, haciéndolos flotar y volar ante ellos, perdiéndose por el parque.

La luna llena ya se alza en el cielo estrellado, enorme y blanca.

_Has mejorado mucho con tus poderes.

Dos pequeñas lunas se ven reflejadas en los profundos y azulados ojos de Violetta.

Sonríe, una cálida sonrisa que desestabiliza por un momento a Alexis, alterando el viento y despeinándola.

El cabello rubio de Violetta se libera de la cinta del pelo soltándolo y alborotando su melena como una cascada dorada.

Alexis trata de recuperar el control de la situación deteniendo al viento y las flores.

Sostiene el rostro de Violetta entre sus manos con suavidad.

Mirándose directamente ambos a los ojos.

_Eres muy inteligente, gracias por estar con nosotros, mostrándonos tus conocimientos.

_Yo... yo...

Una sonrisa ladeada se dibuja en los labios de Alexis.

Acerca su cuerpo al de Violetta, mezclando los ritmos acelerados del corazón de la joven con los suyos, acompasados y calmados, juntando sus pechos.

Enreda las manos en el cabello de ella, acercando sus rostros, su respiración se confunde con la de Violetta, jadeante y sudorosa.

Acaricia las patillas de sus gafas, su nuca.

La siente estremecerse en su intento de abrazo, derritiéndose en su dulce timidez.

Roza los pómulos de la joven con sus labios y los besa.

A lo lejos cientos de luciérnagas revolotean iluminando el paisaje nocturno que presencia ese acercamiento de una cita improvisada.

Capítulo 2

Es la Graduación de la Universidad.

Los que han sacado mejores notas de todos nuestros cursos han subido a dar sus discursos.

Tras aquello, sigue la recogida de diplomas.

Vamos subiendo uno a uno a recoger el nuestro.

Vestido con una chaqueta de manga larga negra y una camisa blanca, acompañadas por una corbata, unos pantalones negros y unas deportivas oscuras.

Después de mí, Violetta vestida con una falda voluminosa que deja al descubierto sus piernas por encima de las rodillas, unos tacones de un azul acristalado y por la parte de arriba un top de tirantas con distintas flores que recogió en nuestra cita, mostrando su ombligo y su barriga, ambos de tonos morados color pastel, sube y recoge su diploma.

Antes de bajarse, ya he llegado hasta arriba, agarrándola de un brazo.

Sobre la tarima, le doy un enorme ramo de rosas azules.

Sus ojos se abren, sorprendida, lo sostiene entre sus manos.

Nos colocamos tras él.

Perdido en su mirada, embelesado, me doy cuenta de que su cabello rubio esta ondulado y cae suelto por sus hombros y su espalda, sus labios rosados tienen brillo y tiene colocada la diadema que se le cayó en nuestra cita.

Hundo mi rostro en su cabellera, inspiro su aroma.

_Alexis... _Susurra.

_ ¿Te gustan? _Pregunto en voz baja, en su oído.

_Si, muchas gracias. _Responde.

_Estas tan linda. _Le digo, tímido.

Nos sonrojamos.

Alzo su rostro, mirándola directamente a los ojos.

_Llevas lentillas.

Nos sonreímos.

Aparto sus mechones rubios, despejando su rostro, su rosada y suave piel de sus hombros descubiertos, su cuello.

Rodeo su cintura, atrayéndola hacia mí.

Sus manos cerradas en un puño, se aferran a mi chaqueta.

Juntamos nuestros cuerpos.

Nuestros corazones laten desbocados, con el ritmo acompasado de los latidos.

_ ¿P-Por qué...? Y-Yo... _Tartamudea.

Las finas comisuras de sus labios tiemblan.

_Violetta.

Su nombre suena raro en mi voz, me cuesta reconocerme.

Interrumpo sus tartamudeos, provenientes de su timidez, tan dulce.

Acaricio sus caderas, mis manos suben por su ombligo y la piel desnuda que muestra.

Beso y mordisqueo su cuello.

Su respiración acelera, cruza las piernas, agarrándose a mi espalda con las palmas de sus manos, temblorosa.

Escucho mi nombre en su voz, mientras ella jadea, con sus mejillas sonrosadas.

Muerdo su oreja.

Gimotea débilmente.

Enredo mi mano en su cabellera, besando sus ondulaciones.

Sus enormes y azulados ojos de un celeste brillante, no apartan su mirada de los míos.

Acerco su rostro, sus labios, rozándolos con los míos.

Siento su tibio aliento, acariciando sus comisuras torpemente.

Gime al sentir mi mano en su espalda, bajando y subiendo con movimientos circulares.

Avergonzado por verla así, tan preciosa, arrebatadora, entre mis brazos, me detengo, preso de mi timidez.

Ella sostiene mi rostro con delicadeza entre sus manos, mostrándome esa cálida sonrisa suya.

Maravillado, le beso.

Suelta un gritito de sorpresa, pero rápidamente sucumbe, correspondiéndome.

Un beso largo, suave, apasionado y profundo.

"Me gustas."

Capítulo 3

Llevamos ya seis meses de relación.

Es invierno y para celebrar que llevamos medio año juntos, hemos quedado en el parque donde tuvimos nuestra primera cita hace un año.

Violetta va vestida con una camiseta de cuello largo rosa, un chaquetón blanco, un pañuelo y unas botas de agua rosadas, su cabello rubio está liso y su frente tapada por un flequillo recto, lleva puestas sus gafas moradas.

La fuente está congelada con los chorros de agua congelados en distintas direcciones como si fueran una flor enorme de cristal.

Caminamos cogidos de la mano en silencio.

Sus ojos se abren con sorpresa al ver las flores cubiertas de escarcha.

Me siento en el borde y ella emocionada, se sienta sobre mis piernas y sin pensárselo toma las flores entre sus palmas.

Echo mi cuerpo hacia atrás tumbándome entre la tierra y el borde.

La siento subir hasta mi cintura y la veo besar los pétalos.

El roce de sus labios, su aliento, derriten el hielo, haciendo que las flores se abran, agradecidas.

Le contemplo sonriendo tiernamente.

El cielo esta nublado y comienza a nevar.

Uno de los copos cae sobre su nariz y su cabello como perlas que la adornan.

Se toca la naricita enrojecida.

Me mira con sus ojos de un tono azul grisáceo.

_Es la primera vez que te veo así. _Me dice.

Aparto mi rostro, sonrojado.

Me levanto para volver a sentarme, sosteniéndola por las caderas para que no se caiga.

Rozo sus labios con los míos, los siento calientes.

Le toco la frente, levantándole el flequillo.

_Tienes fiebre. _Le digo preocupado.

_Llamare a mis padres para que me recojan, no te preocupes.

_No. _Le interrumpo. _Vamos a una farmacia. Te quedaras en mi apartamento hasta que me asegure de que estas mejor.

_Alexis, pero...

Le agarro de la mano y la saco del parque tras de mí.

Salimos de la farmacia con varias cajitas de medicina.

Pasamos por un supermercado y compramos bolsitas de té, un bote de miel y una caja de leche.

_No hace falta que te tomes tantas molestias. _Me replica angustiada.

Le abro la puerta y la invito a pasar.

_El salón esta desordenado porque ayer estuve jugando con los chicos.

La llevo a mi cuarto y enciendo la luz.

Cierro la ventana y corro las cortinas para darle intimidad.

_Voy a traerte una muda de ropa limpia, cámbiate. Cuando termines me avisas.

Espero pacientemente al otro lado de la puerta, con una camiseta y un pantalón de pijama echados sobre mi hombro, con los brazos cruzados.

Abre y una manita asoma del interior con su ropa húmeda colgando.

La cojo y le doy la otra.

Coloco todo en la secadora en el cuarto de la lavandería.

Recojo y limpio el salón y la cocina, cojo sabanas limpias y llamo golpeando con los nudillos.

_Pasa.

Se da la vuelta y la miro como un completo imbécil.

_Guau.

Cierro tras de mí, apoyándome en la puerta.

Su cuerpo vestido con mi ropa, pegado a la tela, marcándose y mostrando más de lo que debería.

Agacho la cabeza.

_ ¿Estás bien? Lo siento, no quería darte tanto trabajo.

_No, no es eso. _Le respondo con voz ronca.

Me acerco a ella, apartando sus mechones mojados.

_Alexis...

Mi nombre en su voz febril.

Respiro, inspiro, varias veces, tratando de calmarme desesperadamente.

Suena su móvil y se apresura a cogerlo de la mesa de noche para contestar, son sus padres.

Aliviado cambio las sabanas y con un spray de lavanda las pulverizo.

La escucho hablar con ellos, tranquilizándolos y cuelga.

_Está todo bien. Saben que eres un buen chico y que llevamos ya un tiempo saliendo. Mañana por la tarde me recogen.

_Sin problema.

Se sienta en el colchón.

_ ¿Dónde vas?

_Voy a prepararte la cena y a traerte las medicinas.

Le traigo en una bandeja una taza con caldo de un puchero, arroz blanco cocido y un par de bollitos de queso.

_Cuando termines, tomate las medicinas.

Se tumba y tapa con las sabanas, colocándose la almohada en la espalda.

Le pongo la bandeja sobre sus piernas y me siento a su lado.

Cojo uno de los bollitos y me lo como mordisqueándolo.

Suelta una risita divertida al verme comer.

_Te gusta mucho.

_Come, por favor.

Asiente y cenamos.

Cuando termina coloco la bandeja en mi escritorio.

Vuelvo junto a ella, coloco la almohada sobre la colcha y la recuesto, arropándola.

Acaricio su cabello, mis dedos se pierden por sus largos mechones dorados, esparcidos como una cascada alborotada por toda mi almohada.

Entrecierra sus ojos, su respiración, sus latidos, su cuerpo, van calmándose.

Las yemas de mis dedos rozan su frente, sus pómulos, su nariz rosada.

Recorro sus finos y rosados labios con mi pulgar.

Se estremece.

_Tranquila.

Abre su boca, jadeante, acalorada por la fiebre.

Mi mano se pierde por su mandíbula y su cuello.

Echa su rostro hacia atrás, con sus ojos brillantes, mirando al techo.

_Alexis... no.… yo...

Se aferra a las sabanas temblorosa.

Masajeo sus manos con las mías hasta que las suelta y las deja caer a los lados de la cama.

_Lo hago porque quiero.

Subo mi dedo índice por la piel de su cuello hasta detenerme en su barbilla, sosteniendo su rostro, girándolo para mirarla.

Mis ojos miran los suyos fijamente.

Hundo una de mis manos en su nuca, apretando levemente hasta sentir el nacimiento de su cabello.

Temblorosa y sudorosa se agita.

Con mi mano libre le levanto la camiseta y recorro su espalda con movimientos lentos y suaves con la punta de mis dedos.

Se estremece aferrándose a mi ropa.

Balbucea mi nombre con un tono agudo entre jadeos.

La contemplo sin inmutarme ni lo más mínimo, envolviéndola en mis caricias.

Bajo mis manos por su cintura, sus caderas y me detengo.

Le ha hecho efecto la medicación, tiene la mirada perdida, sus manos caen lánguidas en la colcha, empapada en un sudor frio, su melena se ha oscurecido de un color cobrizo y mi ropa se le ha pegado mojada, marcando sus curvas y sus pechos.

Con el rostro ruborizado por completo, enrojecido hasta las orejas la observo, avergonzado, quedándome dormido de rodillas y con la cabeza apoyada en la colcha usando los brazos como almohada.

Siento sus dedos por mi cabello, despeinándome.

Me tenso y suspiro, adormilado.

_Estas bien. _Balbuceo con la boca pastosa y babeada.

Sigue moviéndolos por mis mechones, con la mirada borrosa, gimoteo.

_Me fascinas. _Susurro. _Ojalá pudiera darte más. _Le confieso.

Aprieta sus manos en mi nuca, ahogo un grito.

Me incorporo, trepando torpemente hasta subir y tumbarme a su lado.

_No te detengas, por favor. _Le suplico.

Siento su mirada fría, el azul de sus pupilas es oscuro y profundo.

Toma mi rostro y rodeo sus hombros, acercando nuestros cuerpos.

Beso su frente.

_Ya estas mejor.

Saco mi móvil y miro la hora.

“Las diez de la noche.”

Siento su mano por mi brazo.

Acaricio su cuerpo por encima de la tela, presionando levemente para que sienta mis caricias.

Suspira con placer.

Beso su suave y rosada piel, sus brazos, sus manos.

Ansioso lamo su cuello, presionando mi boca, marcándolo.

Un gemido apagado escapa de su garganta.

_Déjame besarte, por favor. _Le pido con voz ahogada.

_Hazlo. _Me dice con una sensualidad en el tono de su voz que nunca jamás había oído.

Desesperado mi boca busca la suya, estrechando nuestros cuerpos, rodeando mis caderas con sus piernas.

Beso sus labios con locura, presionándolos con fervor.

Se agarra a mi espalda, arrugándome la ropa.

Gimotea excitada, gruño deseoso.

Nos besamos alocadamente, inundando nuestras bocas y gargantas de pasión, resbalando nuestras salivas mientras nuestras lenguas juegan traviesas.

_Eres preciosa. Ya te lo dije en la Graduación, pero quiero que lo sepas otra vez.

Frotando nuestros cuerpos, separados tan solo por las sabanas y las telas de nuestros pijamas, muerdo y lamo su oreja.

Grita placenteramente mientras nuestras pieles arden.

_Me gustas. _Susurro en su oído entre jadeos.

Siento sus pechos por mi cuerpo.

Con el rostro ardiéndome, tembloroso, gimoteo, al sentirlos presionando contra mi torso.

_Te quiero. _Me dice entre susurros con dulzura.

_Violetta...

Su nombre suena agudo en mi voz.

Nuestras manos aferrándose al cuerpo del otro, besándonos acaloradamente, despeinándonos.

A las doce nos quedamos dormidos, exhaustos, abrazados.

"Te amo. Hare lo que sea por ti."

Capítulo 4

Voy vestido con un chándal negro y unas deportivas.

Me he puesto un gorrito de lana del mismo color.

Aparto un mechón rebelde con un soplido, echándolo a un lado.

Camino hasta el centro de la calle, desierta a estas horas, con las manos en los bolsillos.

La veo saludarme a lo lejos y acercarse a mí al trote.

Melissa va vestida con una blusa canela, una chaqueta abierta vaquera con pinchos en los hombros, una falda corta negra, sus piernas cubiertas por unas medias largas y gruesas de color crema con forma de gatito y unas botas de tacón altas de terciopelo marrones.

Su cabello recogido en un moño, se ha soltado al correr trotando.

_Acabo de acompañar a Violetta hasta el coche de sus padres, nos hemos despedido hace poco.

Me lanza una mirada acongojada.

_Sabes lo que siento por ti.

_Y yo también, pero nuestra amistad es lo primero.

Sus oscuros ojos, con sombra de ojos negra y sus pestañas levantadas con rímel, me miran tristes.

_Mel...

Me agarra del chándal y tira acercándonos peligrosamente.

_Es de noche, hace frio, no hagas las cosas más difíciles.

No puedo evitar fijarme en sus carnosos labios pintados de rojo.

Toma mi rostro, mirándome y sonriéndome con amargura.

Se aparta y echa a andar.

Confuso, la observo.

Bajo la hilera de las luces de las farolas de la calle que la iluminan hasta el final, comienza a girar.

La sigo, caminando despacio.

Escucho su risa, divertida.

La falda se le levanta, girando como un tutu con el resto de su cuerpo.

Los copos de nieve caen y Melissa dibuja con sus pies una flor de pétalos enredados, abiertos en desorden.

Sonrío, sonrojado, tapándome la boca con una mano.

_Es para Violetta. De no ser por ella no te mostrarías así y no habríamos vuelto a ser tan cercanos.

Suelta un largo suspiro, su aliento forma una nube de vapor.

_Lo hablamos todo. Le estoy tan agradecida. Cuídala y quiérela, por favor.

Una sonrisa sincera y una mirada rebosante de cariño aparecen en su rostro mientras siente los copos de nieve caer en las palmas de sus manos.

Le rodeo por detrás, colocando las mías bajo las suyas.

_Lo hare. Siempre. No lo dudes. _Susurro suave en su oído, oliendo el aroma de su cabello, ahora fresco.

Nos besamos en la mejilla, traviesos.

_Amigos para siempre.

_Siempre.

Entrelazamos nuestros meñiques, sellando la promesa que seguimos manteniendo desde que éramos pequeños.
Gracias a Muffet y a Voldia por sus Firmas.

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