Sé que llevo mucho tiempo desaparecida del foro, pero poco a poco me iré incorporando :3 Así que aquí os traigo mi novela, que estoy escribiendo express :3 (Ni siquiera tiene título, por tener)


Título: Proyecto ✘ (por poner algo)
Autor: Mea culpa, signore.
Sinopsis: Difícil de decidir. Una revolución, una idearia y soñadora y muchas vidas.
Otros: Este concurso va para el Jordi. Voy a terminarla en menos de un mes, por lo que la estoy corrigiendo y escribiendo a la vez y a toda pastilla. Llevo 12 páginas, y hoy preveo escribir como mínimo 7, pero espero que unas 10. Estoy ilusionada, pero a la vez decidida a terminarla. Sin más dilación...

• Seas quién seas, sé que estás aquí por la libertad. Siempre pasa lo mismo. Siempre. Es curioso que las instituciones siempre usen el mismo edificio para reprimir la libertad. A la vez que irónico. Aunque tal vez seas un preso. Pero no me importa.
  
  • Toda persona ha luchado alguna vez por la libertad.
  
  Nací en las costas soleadas. Siempre bajo el sol y bajo la playa. Me encantaba correr al compás de las olas y bucear en sus profundidades. Allí, a pesar de estar sumergida, me sentía libre. Más de una vez les pegué algún susto a mis padres por estar tanto tiempo bajo el agua.
  
  Los años fueron pasando y yo iba viendo una desigualdad. Mis padres me leían Shakespeare, Rowlings y Pérez Reverte. Recuerdo cómo interpretaba los papeles de aquellos héroes de leyenda, y sus míticos discursos. Poco a poco fui viendo el poder de la palabra. El poder de esos discursos hacía que un soldado valía como diez o incluso cien. El poder de las palabras hacía que naciera la esperanza en su corazón. Y la esperanza era algo que provocaba que lucharas hasta desfallecer e incluso morir. Porque la esperanza es lo único más fuerte que el miedo.
  
  Al ritmo que iba creciendo, pasaron los años. Escuchaba discursos y analizaba ideologías. Y así fui viendo la sociedad, a la vez que mis ansias de libertad iban creciendo. A pesar de que mis padres me limitaban, como todos los padres protectores, yo soñaba con ser libre y tomar mis propias decisiones. Me gustaba escuchar la radio y los debates de opinión. Leía los periódicos de diferentes tendencias y siempre estaba pendiente del mundo.
  
  Para entonces, yo ya sabía que mi meta era ayudar al mundo. De una manera u otra. Pensé en ser médico, en la investigación, pero para eso es necesario ser el mejor, y yo, para ser sinceros, no era la mejor en química ni biología. Me gustaba y lo entendía, pero no era la mejor. Tenía que encontrar mi camino, mi forma de ayudar al mundo para cambiarlo. ¿Quién no desea eso?
  
  Por ello comencé a estudiar Derecho. Poco a poco. Pero a la vez que empecé me di cuenta de que no servía de nada. De nada. Conocía mis derechos y deberes, las leyes… pero ahí no recogen el espíritu del hombre. Los seres humanos de hoy en día estamos dormidos. Tenemos una casa cómoda, televisión, cines, una sociedad centrada en el comercio… ¿Para qué queremos rebelarnos?
  
  Pero entonces, poco a poco, las cosas comienzan a ponerse feas. Y el ser humano está demasiado dormido como para rebelarse.
  
  Y es aquí donde entran las generaciones, con ansias de libertad, de romper todo, de ir más allá, ¡de morder balas y gritar las verdades como puñales!
  
  Pero es también aquí dónde entra la sociedad… con redes, redes basadas en pensamientos, en tradiciones, en ideologías, y sobre todo, en la falsa sensación de que todo está bien. Todo está bien.
  
  • Y para entonces, ya dejamos de ser libres.