Como podemos observar año tras año, la Navidad es un fenómeno que se ha ido esparciendo por el mundo provocando que lo acabe celebrando la mayoría de la humanidad. Pero claro esta que cada país lo celebra de manera diferente.
En Japón no se introdujo hasta avanzado el siglo XIX por los cristianos, hecho que aprovechó Japón para, más que celebrar las reuniones familiares y disfrutar los días con ellos, aumentar el nivel de consumismo de la población, ya que ni los días 24 ni 25 son festivos en este país. Y si a esto se le suma la característica de los Japones de estar siempre regalando cosas a sus conocidos, aunque sean pequeños detalles, provoca que el consumo en los días señalados sea exageradamente grande.
Pero toda celebridad con regalos y niños pequeños en medio tienen un ser fantástico. En el caso de Japón existe Hoteiosho, un dios o sacerdote que tiene ojos en la nuca (y también en la cara) que vigila el comportamiento de los niños para saber si se comportan correctamente o incorrectamente, premiando a los primeros con alguno de los regalos que lleva en su saco. Se dice que originalmente fue uno de los siete dioses de la buena fortuna, que era un deidad amable, sereno y contento. Se trataba de un hombre amoroso, de buen carácter y se le llego a considerar una encarnación del futuro buda, aunque acabo siendo el buda gordo por su prominente barriga y sonrisa. A veces se le representa como un sacerdote budista con grandes lóbulos en las orejas.
En cualquier estatua o imagen suya siempre se le ve sonriendo. Tiene un ventilador en la mano y en su espalda lleva la bolsa de ropa (hotel, de donde deriva su nombre). En esta bolsa lleva los regalos y juguetes que ira repartiendo a los niños que se han comportado correctamente.
En Japón no se introdujo hasta avanzado el siglo XIX por los cristianos, hecho que aprovechó Japón para, más que celebrar las reuniones familiares y disfrutar los días con ellos, aumentar el nivel de consumismo de la población, ya que ni los días 24 ni 25 son festivos en este país. Y si a esto se le suma la característica de los Japones de estar siempre regalando cosas a sus conocidos, aunque sean pequeños detalles, provoca que el consumo en los días señalados sea exageradamente grande.
Pero toda celebridad con regalos y niños pequeños en medio tienen un ser fantástico. En el caso de Japón existe Hoteiosho, un dios o sacerdote que tiene ojos en la nuca (y también en la cara) que vigila el comportamiento de los niños para saber si se comportan correctamente o incorrectamente, premiando a los primeros con alguno de los regalos que lleva en su saco. Se dice que originalmente fue uno de los siete dioses de la buena fortuna, que era un deidad amable, sereno y contento. Se trataba de un hombre amoroso, de buen carácter y se le llego a considerar una encarnación del futuro buda, aunque acabo siendo el buda gordo por su prominente barriga y sonrisa. A veces se le representa como un sacerdote budista con grandes lóbulos en las orejas.
En cualquier estatua o imagen suya siempre se le ve sonriendo. Tiene un ventilador en la mano y en su espalda lleva la bolsa de ropa (hotel, de donde deriva su nombre). En esta bolsa lleva los regalos y juguetes que ira repartiendo a los niños que se han comportado correctamente.
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