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Sombras de un mundo arruinado 0 1 868

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#1
20 Jun 19
Me he despertado de mi largo sueño nocturno, solo puedo divisar la tierra sobre la que estoy recostado y mis manos apoyadas en él, me levanto del suelo y me veo rodeado de la niebla que abraza todo el bosque, al menos lo que queda de él. Ya recuerdo, mi viaje me trajo hasta aquí luego de haber atravesado las montañas, al descender seguí los restos de un sendero que zigzagueaba y recorría el pie de las montañas y llegué hasta aquí, la entrada del gran Bosque Arsimeo … o lo que solía ser. Me adentro en el interior rodeado de árboles secos cuyas ramas estaban caídas y sin vida, las raíces sobresalían del suelo, eran débiles y apenas podían mantenerse en pie en el suelo árido del que no se pueden nutrir, sigo mi camino y las copas de los arboles que de veían a la distancia empiezan a ser cada vez menos pues ahora la mayoría se encuentran caídos en el suelo destrozados y quemados llevan ahí siglos acumulando moho; árboles muertos caídos sobre el campo de flores marchitas que cuyos pétalos caen poco a poco y logran sentir los tenues rayos de sol que les llegan, si es que el cielo nublado y la niebla lo permite, en el suelo hay zonas resecas en donde solía haber abundante vegetación ahora solo quedan cenizas.
Arsimeo solía ser un lugar espiritual para las hadas y los animales, sus árboles brillaban en la noche con sus hojas azules que reflejaban la luna y el lago cristalino le daba su toque mágico y reconfortante en el que los hechiceros podían meditar arrodillados sobre el suave césped rodeado de flores multicolor cuyos pétalos húmedos con el roció florecían en su temporada. Eso es lo que mis conocidos me solían contar cuando en los tiempos antiguos tuvieron la oportunidad de pisar este lugar, aquellos que iban visitar el santuario de la sacerdotisa del bosque y su manantial de agua divina que curaba enfermedades milagrosamente.
Me han contado hace ya décadas que el santuario estaba sellado por dos grandes puertas de piedra talladas artesanalmente a mano en la cual su cerradura era el talismán del bosque al que solo tenían acceso los altos hechiceros y el clero al servicio del reino.
Me abro paso entre medio de los arboles caídos que me dificultan el recorrido y me meto en el túnel formado por los troncos huecos de los mismos, camino en la oscuridad por varios minutos  aparto las ramas muertas con mis manos para pasar hasta que al final logro ver la luz del exterior nuevamente. Al fin salgo de ese túnel de troncos y estoy justo en el corazón de Arsimeo y ante mis ojos se encuentra la entrada del santuario…  El puente que conectaba al bosque con el santuario no se encontraba estable, pues estaba lleno de hoyos y grietas, los bordes de este estaban destruidos , camine cuidadosamente tratando de no caerme y justo al final tuve que saltar ya que una parte del suelo de piedra del puente colapsó a último momento, luego de esto me encuentro frente a las grandes puertas del santuario, el arco que formaba la entrada estaba totalmente libre y el muro de adoquines  que cubría el resto estaba derrumbado, lleno de escombros por ambos lados. Al acercarme noto que una de las puertas estaba abierta de par en par y la otra estaba tirada en el suelo partida en dos.
Cuando travieso la entrada y voy por el camino principal ahí es cuando lo vi todo… un escalofríos recorrió todo mi cuerpo cuando mis ojos se posaron ante tal imagen, el viento gélido del bosque soplaba fuerte, no muy lejos frente de mi pude ver cientos de espadas, flechas, lanzas, martillos, hachas y alabardas, todas clavadas en la tierra, oxidadas, corroídas por la lluvia y la niebla, algunas sin filo  y otras con las hojas partidas o con la empuñadura rota. Todas las armas llenas de raspones, con cenizas y polvo, algunas llevaban tanto tiempo clavadas en el lugar que ya no se podían sacar, eran parte del suelo mismo,  otras estaban tiradas o simplemente estaban tan destruidas que solo quedaban fragmentos esparcidos por el suelo.
La cantidad de armas era tal que se extendía a la distancia por casi un kilometro, y yo caminaba entre todas ellas, todas eran armas que se usaron fervientemente, y a algunas se les distinguían detalles estéticos o pequeñas singularidades en el diseño, aspectos particulares que tal vez decían algo de quienes fue dueños de ellas y alguna vez las blandieron en combate.
En el amino encuentro varios pilares ubicados en paralelo unos a otros que se dirigen hasta un centro de todo el lugar lleno de armas, ahí había un altar al que se llegaba subiendo unos escalones, ahí había un gran pilar en el que se encontraba una estatua de lo que parecía ser una mujer de rodillas rezando, pero estaba llena de flechas clavadas en todo el cuerpo, a la estatua le faltaba la cabeza y una de las manos, totalmente corroída y descolorada por la humedad.
Finalmente llegue hasta el manantial, desesperado para descansar y beber aunque sea un poco de esa agua divina al menos para poder saciar mi sed… no había agua.

Luego de una noche sin dormir y una caminata de varios kilómetros logre llegar al amanecer a una de las aldeas en las afueras de la ciudad capital Bástrago, me movía por un camino de tierra y el paso estaba húmedo, tenía mucho frio así que me refugie en una de las tantas casas abandonadas en la pequeña aldea. La casa era de madera y a penas se mantenía en pie, era un peligro pero aun así decidí descansar unos momentos ahí, al menos para protegerme del viento fresco de la mañana.
El silencio era abrazador, no había ningún alma en la pequeña casita que solo constaba de la habitación central de la entrada y una más pequeña.  Habían tres sillas tiradas por toda la sala y una mesa de madera a la que le faltaban dos patas, levante una de las sillas, le sacudí el polvo y me senté ahí por un par de horas.
Cuando salí de la casa me puse a recorrer los restos de la aldea, puede ver varias chozas en condiciones similares, algunas no tenían ni puerta, otras se les cayó el techo encima… había un pozo de agua cerca de una donde también había un corral pequeño, por fortuna pude sacar un poco de agua para beber unos sorbos e hidratarme, el agua estaba caliente y tenía un gusto extraño, pero no me importó.
Las afueras de Bástrago estaban llenas de pequeñas villas y pueblitos donde vivía la gente más pobre y estaban aisladas de la capital al estar por fuera de los muros que la protegen, recuerdo que un viejo loco que solía vivir por aquí me contó que antes de los ataques de las criaturas mágicas, en sus días mas prósperos los pueblerinos Vivian de las cosechas en el campo y de las rutas de comercio, vendían mercancía y provisiones para los viajeros que venían desde muy lejos.
Cerca del puente que daba a la entrada de la ciudad había una vieja taberna y frente a esta se encontraba ubicado lo que parecía ser un tallercito muy humilde de artesanías locales, ambas instalaciones abandonadas y en decadencia, la taberna tenía todas sus ventanas rotas, y un cumulo de sillas y mesas rotas en un rincón de su interior, y una chimenea llena de restos de leña quemada, pero que ya no se ha usado desde hace muchos años, y en el taller quedaron unas cuantas herramientas de tallado pero eran inservibles pues estaban rotas, desafiladas, flojas o sino el oxido era tal que no podían siquiera moverse de su posición en la que quedaron paralizadas durante años… que habrá sido de los dueños de estos locales.
Los campos de cosecha que había en este tipo de aldeas estaban secos y sus tierras estériles, no había plantas ni arbustos solo raíces muertas, hoyos, insectos venenosos y otras alimañas peligrosas que probablemente expandieron plagas a su alrededor pues su hedor se sentía a metros de distancia, no me sorprendería que muchos hayan enfermado en estas condiciones.

Finalmente cruzo el puente a la puerta de la ciudad, el puente permitía pasar por arriba del angosto rio que rodeaba la ciudad, por la forma de la tierra y las marcas en la madera del puente, se nota que el agua solía llegar mucho más alto…
Las puertas estaban elevadas, no podía pasar por este lado, así que comencé a rodear el muro buscando una entrada y la encontré pues la tierra del suelo estaba desnivelada debido a un derrumbe que daba justo a uno de los canales de agua que recorren toda la ciudad, agradezco mi habilidad para trepar y aferrarme a las superficies  ya que de lo contrario no habría podido llegar hasta el agujero de la cloaca y no habría logrado pasar nunca.
Bástrago era una ciudad pilar en la sociedad del reino, era una ciudad cosmopolita y las estructuras de sus grandes casas y sus edificios mostraban una arquitectura llena de detalles y formaciones simétricas, los caminos de la ciudad estaban en subida y en bajada dependiendo del terreno montañoso en el que se encuentra, en lo más alto se encuentra el castillo y cerca de él, el salón de los Altos Guerreros en Nombre del Rey, el lugar en el que se formó y sirvió como centro de operaciones de la Orden de los Paladines de Hierro.
Yo creía que mi travesía por la ciudad sería la más peligrosa de todas, pues tenía entendido que ahora todo el lugar se había convertido ahora en un nido de demonios y necrófagos  estaba convencido de que aquí tendría que luchar por mi vida más que nunca, sin embargo… nada…
Cuando Salí a la superficie a través del alcantarillado y subí las escaleras que me llevaban a la acera  lo primero que pude observar del lugares que las calles estaban llenas de grandes baches y huecos, empecé a tomar los caminos que iban de subida  intentando llegar hasta lo más alto donde se encontraba el castillo, sin embargo me vi obligado a tomarme un desvío, pues mi camino estaba bloqueado por lo que parecía ser un ala… una enorme ala de dragón que se convirtió en piedra  y que al caer aplastó los edificios que se encontraban debajo de esta y la fuerza del impacto tiró abajo las estructuras cercanas también.
La gran metrópolis que ha brillado por su riqueza y su cantidad de habitantes estaba totalmente muerta… despojada de cualquier tipo de ser viviente… ni siquiera los demonios que se adueñaron del lugar después de la guerra quedaron aquí, de hecho sus cadáveres eran los más recientes y se encontraban en cualquier rincón, en cualquier calle, algunos hasta colgaban de las ventanas de las casas, criaturas abominables de distintas formas y tamaños pero que solo tenían en común una cosa y es esa aura maligna que emanaba de ellos… era aterrador, algunos con grandes cuernos, alas de murciélago y patas de cabra, otros con grandes colmillos y lenguas filosas, ojos amarillos otros verdes y otros rojos sus caras tenían expresiones feroces de ira y odio descontrolado… pero todos ellos, inmóviles, sin vida, con una esencia  macabra que pudría todo a su alrededor. Tal vez, debido a su naturaleza conflictiva y hambrienta de violencia cuando ya no había más gente a la que matar comenzaron matarse entre ellos…  
Luego estaban los cuerpos más antiguos, los cuerpos humanos de los que solo quedaban sus huesos aunque algunos conservaban ligeramente su forma aun en descomposición, otros estaban desarmados y podías encontrar cráneos podridos columnas o fémures, entre otras vertebras. Había una gran pila de huesos acumulada cerca de una de las grandes puertas de salida de la ciudad, todos eran cuerpos de civiles, la puerta estaba bloqueada por una gran roca, se ve que esa multitud intentaba escapar de algo, pero no lo lograron.  Caminando por los barrios encontré un cuerpo cerca de la entrada de una casa, cerca de sus manos había una vieja escoba llena de telarañas, parecía una señora que estaba tranquila limpiando el patio cuando lo que sea que mató a todos aquí llegó.
La atmosfera macabra que se sentía en lo que fue la gran ciudad de Bástrago era sofocante, y con cada paso se sentía que mi estadía ahí había durado días, finalmente llegué al cuartel de los Paladines de Hierro en la cima de la ciudad, el cual se encontraba no muy lejos del castillo del  Rey. Y pensar que aquellos que decían que serían quienes protegerían a los inocentes, nuestros salvadores, los que acabarían con todo mal, desaparecerían repentinamente luego de que terminara la guerra… y ahora solo queda este edificio como el único signo de que alguna vez existieron. Solo puedo interpretar que nos abandonaron y han dejado que el mundo caiga y se degenerara a lo que es ahora.
Esta zona de la ciudad permanecía intacta de toda la masa de catástrofe que había en los niveles más inferiores, pero seguía abandonada, tal vez en cierto modo los Paladines de Hierro si lograron hacer algo… pero no llegaron muy lejos. En su campaña para acabar con la amenaza de los magi y los caballeros místicos se habrán encarnizado en una lucha para defender el castillo de un ataque a gran escala cuando menos se lo esperaban y por lo visto lograron proteger este tramo elevado de Bástrago… pero condenaron al resto a morir a manos de esas criaturas.

Los caminos de las colinas de Sirmeis eran amplios y altos, había una gran vista de todo a los alrededores, sin embargo era difícil respirar, pues el aire se sentía amargo… toxico, iba con un pañuelo cubriendo mi boca porque cada respiro me hacia toser, además hacia muchísimo calor, tanto que era inusual. Era extraño porque el sol no llegaba hasta este lado del mundo pues el cielo estaba continuamente cubierto de nubes negras que jamás se iban. Seguí los caminos de tierra que no se han transitado desde hace años y finalmente me encontré con una especie de campamento de las fuerzas de la alianza entre Toroia y Zeres, dos reinos vecinos que se encontraban en relaciones tensas con potencia que era Bástrago y aparentemente el conflicto se agravo con el estallido de la gran guerra. En el campamento había muchas tiendas caídas y un muro de troncos de madera que circundaba todo, En cada tienda podías ver decoraciones de los colores de los reinos. Además de un sinfín de estandartes y banderas rotas que aun flameaban con el débil viento.
Entre las tiendas había muchos pequeños dormitorios y lo que me llamo la atención fue que había un conjunto de tiendas de colores diferentes a las de las otras, eran más oscuros, y tenían un ambiente misterioso. La curiosidad me llevo a entrar y pude ver que había lo que parecían ser catalizadores de magia, varitas, bastones de conjuro, capas y vestidos de tela ligera. No había duda de que con los soldados había un grupo de hechiceros entre ellos.
Había un campo de práctica de tiro con arco y por el otro extremo varios muñecos de paja y madera llenos de cortes y rajaduras. No muy lejos de ahí había una tienda que servía de armería para los soldados, aun quedaban armaduras y algunos escudos, y la mayoría de las armas que permanecían ahí eran lanzas y algunas dagas. Tras tomar una daga y salir de allí me dirigí hacia el otro lado del campamento donde había una puerta de madera construida en el muro de madera, tuve algunas dificultades para abrirla pero luego de insistir por un rato logre romperla y la atravesé.
Alli vi que las colinas bajaban y desde el terreno más alto había una serie de catapultas destruidas, cuando empieso a ir por la bajada de tierra que me llevaba hasta abajo ahí vi muchas tierras arrazadas, el humo cubriagran parte del paisaje y las únicas luces que se podían ver era el de las llamas incesantes y la lava que había brotado por todo el suelo. Habia grandes rocas negras esparcidas por todo el campo , cientos de cuerpos de soldados, aplastados y quemados aprisionados en sus armaduras.
Grandes cráteres de flamas abundaban en todo el campo  y balistas posicionadas cerca de donde se encontraban los cadáveres,  muchas en llamas. Los mismos estandartes que se encontraban en el campamento ardían o se perdían en las nubes de humo. La mayoría de los cuerpos de soldados llegaban lejos pero no había nadie que hubiera escapado de la masacre.
Yo me preguntaba, ¿qué demonios sucedió aquí? Hasta que al recorrer por el área de la catástrofe, note que había un grupo de cadáveres calcinados envueltos en capas, en sus manos estaban los catalizadores que vi en la tienda de hechiceros de vuelta en el campamento. ¿A caso fue una batalla? Estas nubes de humo, llamas y lava incesante no se encontraban aquí en mi mapa… ¿Estas son las secuelas de una batalla que perduraron durante todos estos años y no ha cambiado desde entonces?  ¿Los magi hicieron esto o fue el gran poder de los hechiceros?
Cada respuesta que encuentro me genera más dudas, y cada una más horrorosa que la otra…

El Valle de los dragones es el lugar de descanso de las criaturas más temidas del mundo, pero ahora quedan pocos y los que viven son están muy débiles luego de la extinción de los Magi, los dragones dominaban las tierras alejadas de las ahora inexistentes civilizaciones, pero desde que esa cosa empezó a corromper y a enfermar todos los seres vivos que tenían contacto con ella, los dragones no fueron la excepción y al igual que las otras criaturas mágicas más poderosas y únicas empezaron a caer.
En mi camino solo puedo ver esqueletos de  dragón  en el fondo del precipicio el cual recorro por el costado, he visto algunos vivos pero están muy lejos y no pueden hacer gran cosa más que estar en su lugar y dormir hasta que les llegue la hora a ellos también.
A medida que subo por el risco hacia lo más alto de la meseta  puedo oír el rugir de algunos de ellos, tal vez sea a causa del dolor…llego a la cima luego de una ardua escalada y puedo ver a lo lejos  la Torre de los Antiguos.
Se dice que allí fue donde surgió la primera batalla, cuando llego hasta allí y me asombro por el tamaño de su entrada que estaba anunciada por unas largas y anchas escaleras y dos misteriosas estatuas gigantes con mascaras sosteniendo espadas a los costados de la puerta, y cientos de gárgolas rodeándola en las alturas de cada piso, ingreso a ella y las antorchas se prenden, dándome la bienvenida a ese intrigante lugar lleno de misterios que datan desde antes de los humanos.
La Torre de los Antiguos, siempre se ha creído aunque nunca confirmado oficialmente, que este es el edificio más viejo que se haya encontrado jamás y su arquitectura es muy diferente a la que se suele ver en cualquiera de los reinos, llenos de jeroglíficos y decoraciones talladas en cada rincón de sus paredes, estatuas de seres humanoides extraños pero que nadie jamás haya visto nada parecido. Nunca se supo cual fue la función de este extraño edificio, pero se cree que este lugar está conectado al origen de toda magia, y tanto los hechiceros como cualquier otro conocedor de las artes y disciplinas místicas saben sobre este lugar. Sin embargo yo no se nada al respecto y los misterios sobre esta torre me evaden.
El pasillo de la entrada da a una gran sala llena de puertas, escaleras que llevan hacia cualquier parte, y hasta pasadizos que van hacia abajo. Es extraño, el lugar parece mucho más grande por dentro que por fuera… es inmenso. Las baldosas del suelo tenían inscriptos variedad de símbolos diferentes del cual ignoro su significado. Tenía deseos de explorar el lugar pero había algo extraño que me lo impedía. Cada vez que me acercaba a una puerta o pasadizo sentía que algo me empujaba hacia atrás, una fuerza invisible me repelía bruscamente. Me era imposible avanzar a ninguna parte.
Luego de insistir por horas y quedándome cada vez con menos ideas en la cabeza, no tuve más opción que rendirme. Creo que nunca descubriré los misterios de la torre ni lograre averiguar que sucedió el día de los incidentes que causaron el inicio de la guerra, si es que los cuentos y leyendas que he oído de la gente son verdad… nunca lo sabré.

Los jardines mágicos de Namasia era el hogar central de la mayoría de las criaturas conocidas como magi, no era el único lugar en el que se los encontraba pero en este lado de los reinos Sablidios era de donde provenían muchos de ellos. La extensión de los jardines de Namasia era tal que constituían el terreno de medio continente. En estas tierras no había ninguna influencia de los gobiernos pues estaba fuera de los límites de todos.
A diferencia de la situación de Arsimeo aquí sucedió todo lo contrario, la vegetación creció a un nivel descontrolado que los jardines quedaron cubiertos por las plantas y las criaturas hostiles incrementaron en número, grandes árboles cubiertos por enredaderas que se atan y extienden indefinidamente hacia todos lados, arbustos enormes que dificultan el paso en los caminos transitables.
Tuve que defenderme de serpientes gigantes de dos cabezas y evitar cruzarme en la zona donde los arboles cobraron vida, allí es peligroso para cualquier ser viviente pues esos árboles tienen un hambre perpetuo y atacan todo lo que se mueve.
Los continuos cataclismos y las energías malignas emanadas por los demonios que caminaron por estas tierras han corrompido la belleza de Namasia, los viejos altares y lugares sagrados en el que oraban a las viejas deidades que se encontraban aquí se convirtieron en el hogar de los seres de metal y piedra conocidos como los demonios Adamantos, seres deformes sin cabeza pero con una gran cola y cuernos que crecen en su nuca y tienen una figura casi humana de no ser por su descomunal tamaño. El mito dice que se formaron a partir de los restos del material del que estaban construidas la mayoría de las estructuras en Namasia que cobraron vida.
La imagen de ellos se me quedo plasmada en la mente cuando los pude ver de lejos, la noche me lo dificulto pero su silueta reflejaba una presencia imponente. Los Adamantos resguardan el lugar donde se crearon fervientemente, y están ahí… totalmente inmóviles como estatuas. Cualquiera que no los conozca pensaría que son solo decoraciones siniestras, pero el más mínimo ruido fuerte los despierta y no quiero imaginarme lo que harían si encontraran a alguien.
La noche eterna del lugar no dejaba apreciar el paisaje con facilidad, y la luz de la luna ya no se refleja en el lago profundo, que tanto ahora como mucho antes siempre fue una zona temida ya que es el territorio donde habitaba la gente de las profundidades, los hombres peces de una especie conocida como los Vodyanoy.
Las tribus de la gente de las profundidades eran muy poco conocidas pues generalmente los Vodyanoy solo aparecían de noche, siempre atacaban a los humanos para usarlos como sacrificios para un dios extraño de su religión, cualquiera que cruzara caminos con una de esas criaturas perversas, las probabilidades de volver a verlo a ver serian casi nulas.
Pero al pie del lago se podía sentir el horrible hedor de los cadáveres húmedos de los Vodyanoy, todos estaban descomponiéndose fuera del agua, y algunos flotaban… sin embargo no había señales de algún ataque de criaturas hostiles o un encuentro con los humanos, que antaño libraban muchas batallas cuando se intentaban proteger los pueblos pare evitar los sacrificios. Sin embargo el olor putrefacto proveniente de su piel aceitosa y parecida a la de los peces inundaba el ambiente.  Es difícil creer que todo una comunidad de criaturas acuáticas pereciera tan rápido considerando lo rápido que se reproducen.
Atravesando la corroída zona boscosa de Namasia, estuve horas sin encontrar más que puros arboles llenos de musgo, hierbas y hongos. Finalmente, encuentro fragmentos de lo que solían ser estructuras, columnas de mármol y escaleras enterradas en la tierra y ocultas por el césped y la maleza, lo que parecían ser varios segmentos estructurales aislados a medida que seguía el paso empezaban a converger… y a la distancia pude identificar el lugar que buscaba. Eran las ruinas del gran templo de los caballeros místicos.
Los días de gloria del templo han quedado atrás, ahora solo quedan un montón de escombros y estructuras vacías, Las leyendas dicen que solía ser mucho más alto de lo que parece ahora pero, y se nota lo incompleto que esta, como el viento y la lluvia le ha quitado hasta el mas mínimo atisbo de encanto e identidad.
Cubierto de plantas y moho en el suelo donde quedaron huecos de impactos de un combate, yo me muevo deprisa pues la podredumbre de la humedad es insoportable. Logrando subir las escaleras que aun no están completamente destruidas y alejándome del salón del vestíbulo principal, y desde la altura de los balcones podía apreciar mejor como era la planta baja, y pude identificar que debajo de la vegetación aun sobresalían restos de metales y telas, las vestimentas que solían llevar los caballeros, armaduras ligeras y capas protectoras para defensa física y mágicas. Todas estaban enterradas bajo las ruinas…
En las paredes que aun se mantenían en pie había muchos raspones, cortes y golpes de armas, pero no había nada parecido en las cercanías, cuando exploro los salones y me topo con una vieja sala de reuniones donde se podía apreciar estatuas y pedazos de lo que solían ser estandartes decorativos, pude ver que habían muchos cuerpos caídos que se solidificaron y no pueden moverse. Sin embargo, no parecían ser caballeros místicos, su forma de vestir y las armas que estos portaban no eran compatibles con el resto de los cadáveres que había en otras partes del templo y sus afueras. ¿Hubo una batalla dentro de las instalaciones? Cada cosa que descubro sobre las secuelas de la guerra me trae más preguntas…  yo nunca tuve muy claro lo que sucedió del todo pero creía entender lo básico, una guerra entre las criaturas mágicas y los reinos humanos, pero… claramente el templo no fue atacado por magi. Había oído una vez que los caballeros místicos eran traidores… pero creí que era solo una suposición o un rumor dentro de la gran escala de hechos borrosos sobre el pasado ¿a caso era verdad?...
Cuando logro salir hacia donde ya no había más torre pues la parte de arriba de templo entero era solo un agujero donde ya no había techo, solo tengo ante mí el paisaje de todo Namasia… esto es lo más alto que pude llegar, aquí estoy en los restos de un lugar del que jamás podre descifrar su pasado… al igual que el resto del mundo…
Por mucho que intente, por mucho que recorra… no puedo encontrar una manera de apreciar la supuesta belleza de Sablidia como había leído en las leyendas…
Aquí no hay nada… todo esta arruinado. Toda mi vida solo he conocido esto… un mundo agonizante… buscando una esperanza que tal vez nunca llegara, investigando sobre tiempos que nunca volverán e intentando revivir una gloria que jamás se recuperará.
Me siento agotado… he recorrido bastante y mi salud ha empeorado los últimos días… el aire toxico y la falta de alimentos me está debilitando.  Ahora, solo quiero descansar, mi cuerpo no tiene fuerzas. Solo puedo quedarme aquí, me sentare por un momento, tal vez duerma un poco más, no puedo mantener mis ojos abiertos por mucho tiempo más… solo debo descansar…

Los escritos solo llegan hasta aquí, las páginas siguientes están en blanco, ya no queda nada más.
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