Busco constantemente la huida de este mundo. Corro en círculos y tropiezo con mil y una piedras. Vivo en un huracán de mentiras, y quiero salir. Estoy harta de siempre la misma historia, de los mismos rostros cada mañana. Estoy harta del silencio y del ruido. Odio cada centímetro que avanzo y temo cada milímetro que retrocedo. Miro adelante y atrás. Miro de reojo y miro al frente. Me giro. Vuelvo.
Me siento perdida. Es un lugar demasiado confuso, un intruso en mi mundo. Alguien que invade mi alma. Algo, cualquier cosa. Alguna vez se me fue prometido el fin, pero también huí de él. Nunca he querido entenderme, ni nunca lo he hecho, ¿será un problema? Creo que estoy zumbando. Divago por un desconocido, sin rumbo. Escalo montañas y bajo peldaños. Sonrío, pero a veces me caigo. Estoy harta. Harta del mismo cuento, cansada de la misma historia. Hecha un lío de pensamientos, de ideales. Soy como un ovillo de lana. Un gato juega conmigo. Yo le llamo gato, pero es mi amigo. ¿Mi amigo? Un maldito gato negro, un cuervo que rompe el silencio con su ruidoso trinar. Me acaricia. Me toca el alma como si fuese nube. Me eleva, me enseña, me hace sentir. Y en ese momento de total placer, de inconsciencia total, de desconexión del mundo, cierra los puños en torno a mi alma, y saca la vida de mí. Me desgarra por dentro, me quita mi espíritu, mis ganas de vivir. Se ha ensañado conmigo, con lo que queda de mí. A veces se establece un tiempo, me deja inconsciente. Otras veces, viene, va y vuelve. No es nada permanente.
Juega con mi cordura. Tengo la locura atada en mí, pero a veces se suelta. Alguna vez corre libre por mi mente. Más, o mucho más, pero nunca menos. Siempre corretea como un niño alegre. Los niños son los cuerdos más locos y los locos más cuerdos. ¿Seré una niña? Todavía me pierdo, así que supongo que sí. Pero al mismo tiempo, ya no tengo miedo. Querría sentir. Me gustaría saborear el frío, perderme en el calor, tocar tu alma como tú haces, y arrancártela del pecho. Quisiera quitarte el sentido común, pero hace mucho que lo has perdido. Quisiera gritar. Por momentos, me gustaría dejarme llevar. Siempre. Y nunca quise estar atada a ningún poste en forma de cruz, pero estoy atada a un gato. Un gato negro. ¿Serás mi mala suerte?
Quiero huir de este lugar. Quiero verme lejos de aquí. Harta de morir a cada momento y harta de vivir eternamente. Quiero dejar de existir. Y no quiero perderte, aunque tampoco me apetece tenerte. No quiero comerme el mundo, pero tengo demasiada hambre. También algo de sed. De venganza. Sed de sangre. Quiero morder todo y no tragar nada. Quiero beber de las copas de los árboles, y quiero sentir de otro color. Quiero pintar el mundo a mi manera. Poner el desorden necesario para que yo me entienda. Necesito de esa paz que a la vez es guerra. Necesito mañanas y noches. Negro, algunas veces blanco. Quiero tempo y necesito espacio. Quiero vida y no vivirla. Quiero muerte y no morir. Quiero todo y no quiero nada. Me necesito y solo te tengo a ti, que a veces vienes, y otras te vas. Miro al cielo buscando los infiernos. Grito a tierra, por si algún ángel consigue escucharme. Tiro y rompo cosas. Pataleo. Pego. Estoy tratando de hacer un trato a media jornada con la muerte. No quiere escucharme. Nadie quiere hacerlo y muchos lo hacen. No sobresalgo en nada, pero siempre voy llamando la atención. Me callo, o no hablo. Empiezo y también acabo. Me mareo. Giro, giro, giro. Me vendo los ojos y pruebo andando a tientas. Pienso que quizás debería quitarme la venda, que así no avanzo. Pero pienso que tal vez, esta vez, merezca la pena. Me rindo y quito la venda. Pero sigo luchando. Otro momento, otra vida, un paso más cerca del mar. Busco el fin, ahora sí. Camino en busca del silencio eterno, del no avanzar, de seguir así. Busco quedarme con alguien en un lugar infinito. Busco tiempo y que sobre espacio. Busco vida, ya no quiero muerte. Busco algo diferente. Una canción o un libro, el aire o el mar. La sal y el azúcar. Busco el por qué y el porque sí. Busco, busco y busco, y solo te encuentro a ti. Hace tiempo, te llevaste a mi cordura para que hiciese el amor con la tuya, y todavía no quiere venir a mí.